domingo, 19 de julio de 2009

"LA JOVEN GUARDIA: PASION BEAT". MARIO ANTONELLI INTERVIEW

Poner las cosas en su justo lugar y en su verdadera dimensión. Dar al Cesar lo que es del Cesar. Revisionismo histórico musical. Eso es un intento permanente de UniversoLimbo y para ello hemos contado nuevamente con la valiosa colaboración del hombre que más sabe de Beat en la Argentina. ¡Así es! nuestro buen amigo MARIO ANTONELLI nos cuenta en la presente charla: Vida y Obra de LA JOVEN GUARDIA...así, con su manera tan especial.




1.- Mario nos podes contar ¿Cómo y cuándo comienza a gestarse "La Joven Guardia" como banda beat y que influencias arrastraban ellos en sus comienzos?


El origen del grupo se remonta a la explosión Beatle local, circa 1964. The Dreamers es el primer grupo de Félix Pando y unos amigos de Recoleta y Barrio Norte. Estas formaciones amateurs son volátiles en cuanto a su formación... cosas de adolescentes.. y familias que ven esto como algo divertido para los chicos pero no como una profesión. Pero Félix tenía en claro que el estudio no era para él... hasta llegó a irse de su casa. Entre los amigos, se encontraban Hiacho Lezica, Carlos Montoto, el Cuervo Tórtora, Richard Mochulske, Juan Gatti, Marcelo Millán, Raúl Ábramzon... Se llamaron Los Bishops, Los Jerks.... Participaban en fiestas privadas y bailes de colegios y clubes. El repertorio se basaba en canciones de Rolling Stones, Beatles, Kinks, Hollies, Dave Clark Five, Searchers.


Moris formaba parte de ese ambiente. Un día a comienzos de 1967, lo lleva a Litto Nebbia a un happening en la fábrica de medias de la familia Gatti, donde tocaban Los Jerks (Gatti era el cantante). En un momento de la fiesta, Moris/Nebbia muestran sus canciones (El rey lloró, Ayer nomás, El oso, De nada sirve, Ríete, El vagabundo)... Gatti quedó muy impresionado con esas canciones en castellano... y sugiere que esa es al dirección que debe tomar el grupo...


Por aquel entonces, los Jerks eran Pando (teclados), Cuervo Tórtora (batería), Raúl Abramzon (guitarra y vos) Gatti (voz) Charlie Montoto (bajo) y Marcelo Millán (guitarra). Con esta formación graban el primer simple para RCA como La Joven Guardia, una referencia al popular programa nuevaolero Brasileño.


"Soy un bacán" es una canción de protesta de niño de clase alta, que tiene todo lo material, pero nada de amigos y amor...


Esta aparición es a fines de 1967, en pleno furor de La Balsa.


El grupo se desbanda al poco tiempo... Tórtora formará Conexión NRo 5. Mochulske ya estaba en Popsingers.


En el verano de 1968, Pando se cruza en Mar del Plata con Hiacho Lezica (viejo conocido) y Roque Narvaja, quienes habían perdido a su tecladista. Le propusieron a Pando incorporse, y este aceptó. Para ellos, Pando era toda una estrella: había grabado un simple! Continuaron como La Jóven Guardia. Para cubrir el cuerpo de bajista, fueron a tentar a uno que sonaba muy bien con Los Nibelungos: Enrique Masllorenz.


Esta formación realizará una prueba en CBS con Francis Smith - presentan Profecía 3 -, pero son rechazados.


La historia continúa en RCA....


2.- Podes Contarnos, según tu criterio ¿Cuáles fueron las razones que hicieron desvalorizar, incluso hasta nuestros días, la labor de "La Joven Guardia" en la historia del Rock Argentino?


Cuando La Joven Guardia estalla, a principios de 1969, Los Gatos se habían separado. Con El extraño, y su continuador La extraña de las botas rosas son el grupo beat del año. Este éxito repercute internamente en el grupo. Si bien Pando asume la posición de líder, se encuentra con el talento arrollador de Narvaja. En 1970, en pleno éxito Roque se retira del conjunto por razones extramusicales, y en su lugar ingresa efímeramente Diego Chamorro, ex Séptima Brigada. Roque participa del Trío Comunión, pero rápidamente regresa a su grupo original. Al poco tiempo, Hiacho Roque y Enrique deciden despedir a Pando, entre otras cosas para hacer una música más cercana al rock. Entre otras cosas, La Joven Guardia se vio expuesta a un momento de cambios en la música popular... y en esa confusión, la Revista Pelo, algo así como el fiscal de la república de la música, los ataca por "comerciales" (como lo contrario a progresivos). La intención de la revista es clara, intentar armar un ghetto de seguidores, buscando a la música que ellos consideraban "comercial" como el enemigo. Si bien esa forma de marketing la usaron los ingleses oponiendo a The Rolling Stones con The Beatles, en nuestro país adquirió una seriedad fanática, más Boca River.


Y en algún momento de decisión, La Joven Guardia por ser creible intentó alejarse de su popularidad...


El concepto continúa hasta hoy, porque la gente aún no leyó "EXTRAÑOS DE PELOLARGO", Historia de la música beat y psicodélica Argentina, 1964-1974...jajaja!

(nota de redacción: libro proximamente a ser publicado por el autor).

3.- ¿Te animas a comentar en forma sintética cada uno de sus discos? ¿Cuál te parece el más importante?

Creo que el primer disco de La Joven Guardia: "El Extraño del Pelo Largo" (05/1969), muestra al grupo en su mejor momento. Tiene muchas referencias al Álbum Blanco beatle. "Motores de Pastel" es pop psicodélico con orquesta (Rodolfo Alchourrón) de gran nivel. "Despues de la tormenta" sea quizás la mejor canción de Pando, con una coda que recuerda a While my guitar gently weeps... Roque se destaca como un guitarrísta ácido... (es un temprano guitar hero poco reconocido). La base rítmica de La Joven Guardia es implacable, otra de las claves del grupo, que a diferencia de sus contemporáneos, en vivo SONABA. "En el pueblo de San Esteban" es una broma a Roque (un joven country boy), cantada por Hiacho -otra humorado con referencia beatle. LSD es Loco, santo, diablo. "Otoño" es una preciosa balada de Narvaja, muy álbum blanco. "La muerte del extraño" hasta le da un toque conceptual, muy sargent pepper...


El segundo Lp: "La Extraña de las Botas Rosas" (12/1969), es compuesto con otra urgencia, con el grupo en su apogeo. El humor sigue estando presente, la critica social de Huelga hoy no queremos trabajar pasa las vallas que pone la censura... La luna no es de queso aparece en el film El extraño de Pelo Largo... Los mensajes de su tiempo son expresados en Dejenmé ayudar. Yo soy igual a los demás es otro clásico del grupo. Che Carlitos es un comentario de Roque Narvaja sobre un personaje de la noche porteña, no muy lejos de las construciones de personajes que realizaban contemporáneamente Ray Davies o Pete Townsend.


"La Reina de la Canción" (01/1972), tercer álbum de la banda, es grabada por una nueva formación de La Joven Guardia (Hiacho, Roque, Vitico y Mario Ricciardelli, ex Conexión Nro 5) El simple que da nombre al disco es un hit imperecedero. Al pop de "Pensar que no pensaba enamorarme" - Roque McCartiano-, el power pop "Aqui me tienes Buenos Aires", "La reina de la Canción" y otro intento a volver a las fuentes jovenguariescas como "Comprador de amaneceres" (con Enrique en bajo) se le mezclan canciones que anticipan la carrera solista de Roque (el genial Octubre mes de cambios). "Dicen que te fuiste a la montaña" es psicodelia andina. Hiacho ahora parece Keith Moon de Los Who (Hiacho es el corazón de La Joven Guardia, llevando distintas formaciones del grupo hasta 1978 - lamentablemente, falleció en 1980.) "Noche de sal" es una gran balada de Ricciardelli. "Mi pensamiento" es el himno que no fue, y "Vamos al sol" cierra el disco notablemente, "vamos al sol, a delirar de alegria".. nada de oxidarse.


Un período rock intermedio, como power trío (Hiacho Roque Enrique) es tremendo: puro power rock con letras anti imperialistas y contestatarias: "Los corderos engañados" y "Fuerza para vivir".

4.-¿Qué agrupaciones fueron influenciadas por su música si puedieras hacer una cadena en las cuatro décadas hasta la actualidad?


La Joven Guardia tiene un groove, un feel muy beat, muy de su género... y no creo que haya sido revisitado por grupos posteriores. Si se puede encontrar el gen compositivo en la carrera de Roque Narvaja, obviamente... Dos de sus tres LPs jamás fueron reeditados en CD... Creo que la cadena se cortó al toque. El pop Beatle nunca estuvo muy representado en Argentina... salvo por bandas clones... ¿Habrá alguna conexión con Super Ratones?

Mario Antonelli, un genial enciclopedista y estudioso de la cultura del Beat y del Rock argentino desde sus origenes. Pero más allá de eso: un Ser Humano Increíble, un amigo de la casa que nos ofrece, justamente para compartir el Día del Amigo, su mejor champagne espumante: su conocimiento rebosante y pletórico de burbujas musicales y multicolores... ¡Dale estas invitado! ¡sumergite en sus burbujas pop!

¡Gracias Mario por tanto... y perdón por tan poco!

Interview periodístico por Darío C. Carzino para http://www.universolimbo.blogspot.com/

.....y Feliz Día Amigos de UniversoLimbo! Que el milagro de la amistad ilumine sus corazones...

jueves, 9 de julio de 2009

NUESTRO ROCK: AQUEL QUE NO MIRAMOS NI ESCUCHAMOS...



Uno piensa en la historia del Rock Argentino y es inevitable pensarla desde aquí, desde lo nuestro, desde la indiosincracia nacional que nos hace levantar y respetar a artistas que den cuenta de los procesos históricos y culturales que nuestro país vive. Pasa que en el exterior lo que se respeta o lo que se busca en materia rock es otra cosa y uno se encuentra con sorpresa como por ejemplo la banda MONTES. Una banda, liderada por el guitarrista Jorge Montes, que grabó un solo LP en el año 1974 y que, según data este artículo aparecido unos años atras en el suplemento cultural de Página 12 es la producción musical que desvive a los coleccionistas en europa.


El grupo estaba integrado por el virtuoso Alex Zucker (ex-Alas) en Bajo, Eduardo Pitman en bateria, Sergio Goffan en teclados,Carlos policastro en voz y la dirección artística de Jorge Montes, además encargado de las violas y los coros.
Bueno, el disco en cuestión, como les decía se llama "Cuando brille el tiempo" y vaya si ha logrado esa profecía de brillar en el tiempo.! Lo dejo para que lo escuchen y cuenten que les parece ¡es una muy buena banda!. Acá tá!

Bajar el disco: http
://rapidshare.com/files/78884667/montes.rar
Fuente: los inconseguibles del rock


LA NOTA EN PÁGINA/12

Adiós Sui Generis

El rock nacional tiene sus coleccionistas, vernáculos e internacionales. Pero con una pequeña diferencia: en Europa, Japón y Estados Unidos hay hordas de fans y un sinnúmero de disquerías especializadas que ignoran olímpicamente quiénes son Charly García y Los Abuelos de la Nada, pero buscan, pagan y hasta piratean vinilos de bandas como Los Mockers, Los Shakers, Los Walkers y consideran un disco del grupo Montes como “uno de los discos más excepcionales grabados alguna vez en la Argentina”. En una investigación internacional, Radar rastreó a los cultores de la otra historia del rock nacional.

POR GUSTAVO SECCHI
En un sótano de Cambridge, Massachusetts, a pocas cuadras de la famosa Universidad de Harvard, hay una pequeña disquería. Es, obviamente, un local de culto, no tan distinto de Transilvania u Oíd Mortales en el centro porteño, atrayendo al mismo tipo de habitué obsesivo en búsqueda de sonidos raros para impresionar a amigos y conocidos. Pero si en las galerías de la avenida Santa Fe uno puede encontrarse con sesiones inéditas de los Beatles o conciertos pirateados de los Stones, en este sótano de Cambridge el sonido que sale de los parlantes decorados con luces psicodélicas no es otro que el de Billy Bond y sus amigos de La Pesada evocando el caos de los desmanes en el Luna Park una noche en octubre de 1972. “¡Existen TONTOS!”, grita el sublime Bond (el nombre de guerra de un tano de veintiocho años bautizado Giuliano Canterini), haciéndose escuchar sobre el filoso estruendo de las guitarras de Alejandro Medina y Claudio Gabis. “¡Tan sólo tontos! ¡Ya sean hippies! ¡Hippies! ¡O tipos de chalecos cortos!”
La disquería de la que salen estos ruidos fantasmas se llama Twisted Village (“La aldea retorcida”) y es propiedad de Wayne Rogers, afable coleccionista de discos de unos treinta y tantos, legendario guitarrista de psicodelia de la costa este norteamericana y fan número uno del rock argentino y latinoamericano del período 1965-1973. Twisted Village es una de las disquerías indie más respetadas en todo Estados Unidos, especialmente para música oscura. Bateas enteras de CDs y discos de vinilo, originales y reeditados, están dedicadas a géneros como “clásico avant-garde”, “improvisación” y “música electrónica”. Difícil encontrar el último de Radiohead en Twisted Village, pero las obras completas de Morton Subotnick, pionero de la música computarizada, o del cantautor agorafóbico texano Jandek están siempre en stock.
La escena del lugar sería insufriblemente snob si no fuera por dos cosas: la personalidad abierta y amistosa del dueño y del staff, y una sección enorme dedicada al beat y la psicodelia internacional, o sea, casi toda la música rock producida en cualquier lugar del mundo entre 1965 y 1973/4. Rogers adora todos estos discos, especialmente los producidos en el Río de la Plata por bandas como Los Shakers, Los Mockers, Los Gatos, La Pesada, Almendra o La Cofradía de la Flor Solar. “Me empecé a interesar en el rock latinoamericano en 1983 –explica Rogers–, cuando escuché una copia de Break it All, de 1966, el primer y último disco de Los Shakers editado en Estados Unidos, que era una regrabación del primer álbum hecha a fines de 1965. Desde entonces comencé a comprar todo lo que podía encontrar de la Argentina y Uruguay de la década del sesenta.”




EL OTRO LADO
La historia que cuenta Rogers no difiere mucho de la de muchos coleccionistas norteamericanos, europeos o japoneses que se vuelven locos por el rock sudamericano de fines de los sesenta y principios de los setenta. Los cultistas extranjeros llegan a los discos argentinos y uruguayos a través de Los Shakers y Los Mockers (bandas que comenzaron como clones rioplatenses de los Beatles y los Stones, respectivamente) y eventualmente se topan con Los Gatos, Almendra y Manal a través de sonidos que asimilan fácilmente a bandas extranjeras. Así, la banda de Nebbia y Fogliatta se ve como un híbrido de los Mysterians y los australianos Easybeats (con una pizca de los Kinks); Spinetta y Cía., como una cruza entre el Pink Floyd de Syd Barret y las bandas de la costa oeste estadounidense; y el “power trío” de Javier Martínez y sus muchachos es asimilado como los Cream criollos (que es como se juntaron, tocando bajo el nombre “Ricota” en el Instituto Di Tella).
Lo que más llama la atención de todo esto es que la selección deja afuera a muchas figuras consideradas fundamentales en la evolución del “rock nacional”, según todas las grandes biblias del género, de Miguel Grinberg y Pipo Lernoud en adelante. Es decir que lo que queda afuera de esta historia paralela (y con ojos extranjeros) de la evolución del rock rioplatense es precisamente lo que siempre se vio como central y originalen las historias producidas en la Argentina. A casi ninguno de estos coleccionistas les interesa la movida de La Cueva, la importancia de “La balsa”, las figuras pioneras de Tanguito o Moris. Parafraseando a Grinberg, que fue testigo de todo, poco importa “cómo vino la mano”. Entre coleccionistas extranjeros no circulan copias de Tango feroz, pero sí compilaciones de shows de Canal 11 o del programa “Escala musical”, donde aparecen La Joven Guardia, un tal Cuarteto Sir John, Los Bestias, Billy Bond como solista, Los Walkers y, por supuesto, los ubicuos Mockers. Alguien generoso incluso ha pasado a NTSC una torta amateur de varios clips de Los Shakers en programas de TV de mediados y fines de los sesenta, culminando con un alucinante cortometraje de Rodolfo Lest que es una especie de A Hard Day’s Night autóctono, excepto que los Beatles rioplatenses hacen referencia a John Coltrane años antes de que sus modelos británicos se metieran con la vanguardia.

ESTO QUIERE DECIR QUE HAY OTRA HISTORIA
La gran mayoría de los extranjeros que visitan nuestra página no están particularmente interesados en la historia del rock argentino, aunque paradójicamente sí les interesan algunos artículos relacionados con esa historia”, dice Marcelo Lilienheim que, junto a María Lilienheim y Ricardo Paredes, edita la página de Internet “The Ultimate South American Psychedelic Garage Beat” (http://www.geocities.com/Sunset Strip/Basement/5706/collectors.html). Este website, producido en inglés en Buenos Aires, rellena los agujeros en la evolución del rock con información sobre bandas cuya existencia alucina a los coleccionistas extranjeros, que son su público principal. En el site uno encuentra fotos de tapas y hasta archivos de sonido de bandas como Los Walkers (banda activa entre 1967 y 1970 que grababa en inglés con influencias varias desde The Tremeloes hasta los Doors, y que en algún momento editaron una imperdible versión beat de “Balada para un loco”), Los Seasons (banda de Carlos Mellino y Alejandro Medina, con la que pretendieron ser ingleses por un tiempo), y los más oscuros Moonlights y Los Knacks.
“Lo que buscan los coleccionistas extranjeros es material que tenga un sonido característico de su época”, comenta Lilienheim. “Del ‘64 al ‘68, el sonido garage/beat; del ‘68 al ‘71, la psicodelia; del ‘71 en adelante, lo progresivo; y desde mediados del setenta en adelante lo sinfónico progresivo; con todas sus variaciones y mezclas posibles. Es decir, buscan los ejemplos latinoamericanos que se ajustan a un sonido parecido al de los exponentes internacionales más representativos de esos géneros.” Lilienheim menciona el caso del disco Cuando brille el tiempo, editado por el grupo Montes en 1974, cuya tapa psicodélica a lo Dalí y su sonido de guitarras hendrixeras le han dado una transcendencia internacional vastamente superior a la que habitualmente merece en la historia del rock nacional. “En su momento, el disco de Montes gozó de una promoción escasísima, casi inexistente, y hoy por hoy es reconocido a nivel internacional como uno de los discos más excepcionales grabados alguna vez por músicos argentinos en la Argentina. Ha sido reprensado en vinilo en algún lugar de Europa, así como también recientemente reeditado en CD. En su país, en cambio, la mayoría de los argentinos contemporáneos de Jorge Montes, y supuestamente amantes del rock nacional, consideran este disco un trabajo absolutamente menor.”

LOS NUEVOS PRÓCERES
Además de Tanguito y Moris, el otro gran ausente de la historia internacional del rock argentino no es otro que el mismísimo Charly García. Rogers ha sabido tener uno que otro disco de Sui Generis o Seru Giran en Twisted Village, pero no tienen gran aceptación. “Cuando salís de la psicodelia y entrás al sonido de los setenta, la escena cambia”, explica Rogers. “El tercer disco de Sui Generis, Instituciones, tiene ciertos fans pero, más allá de eso, García no llama mucho laatención.” Nada comparable con la aclamación de Montes o del Walking Up de Los Walkers, un disco de 1968 que es pirateado constantemente en vinilo y CD para satisfacer la gran demanda por este grupo largamente olvidado en su tierra. O con el interés por todo lo relacionado con Billy Bond y los músicos de La Pesada. “Todos los países –reflexiona Rajarais–, Japón por ejemplo, tienen estrellas folk que son reverenciadas en el país, pero que no se trasladan bien a otros países. Yo, por ejemplo, no entiendo cómo Dylan es popular fuera del mundo angloparlante.”
No todos los indiscutibles son ignorados tan completamente como Charly. “De los históricos –cuenta Lilienheim–, el artista cuya obra ha trascendido los límites del toque local y del idioma es sin duda Luis Alberto Spinetta, en el período que va de Almendra a Invisible.” Pero, aun dentro de este interés general, las preferencias internacionales son idiosincráticas:
“El primero de Almendra lo encontré cuando recién comenzaba a interesarme en el rock latinoamericano, pero no me pareció gran cosa”, cuenta Rajarais. “Fue el segundo, conocido como Almendra, ‘el doble’ o ‘la operita’, el que me pegó muy fuerte. El estilo de guitarra de Edelmiro Molinari es allí increíblemente único y original.” Aunque parezca increíble, el mundo de este tipo de coleccionista es uno en que “Obertura” es infinitamente más importante que “Muchacha ojos de papel”.
Sería fácil endilgarle esta extraña situación de una doble historia del rock argentino –para adentro y para afuera– al imperialismo cultural y al imperativo de contar la historia del otro desde el centro, pero hay otras razones mucho menos siniestras y conspirativas. Dos de las razones más viejas del mundo, de hecho: ignorancia y estrechez de mira. Y no necesariamente de afuera. La historia del rock nacional existe desde hace años en la Argentina, pero nunca ha habido un esfuerzo concreto y consistente de parte de agentes culturales, tanto el Estado como los sellos discográficos y managers que controlan los derechos de esta gran tradición, por difundirla como el importante patrimonio cultural que es. Los trabajos de testigos como Miguel Grinberg y de compiladores como Marcelo Fernández Bitar, o la impresionante historia oral Historias del rock de acá de Ezequiel Abalos, nunca fueron traducidos o difundidos como haría falta para crear un contexto para la música que se exporta. Los dealers de discos viejos y los coleccionistas han llenado ese vacío con importantísimos tomos como The Magic Land de Marcelo Camerlo o Dreams, Fantasies and Nightmares del inglés Vernon Joynson, pero éstos son principalmente catálogos ilustrados para el Parque Rivadavia virtual que es el mercado global internetizado. Sitios de web como “Rebelde” (www.dospotencias.com.ar/rebelde), realizado por Dina y Tano de Palermo con la colaboración de cientos de fans de todo el mundo, también contribuyen a la difusión y al debate.


Pero si la ignorancia sobre el contexto del rock puede ser reducida con libros o sitios de web, la ignorancia con respecto a la música misma no va a acabar hasta que se trate el tema de la falta de visión de los sellos discográficos. El hecho es que existe cierto mercado que desea consumir rock argentino de esa época. Uno, por ejemplo, puede comprar en disquerías especializadas de Estados Unidos, Europa y Japón re-ediciones pirata de discos de Almendra, de Los Gatos y hasta del único long play solista de Kubero Díaz, guitarrista de La Pesada y de La Cofradía de la Flor Solar. Este último está editado por el sello trucho Survival Records y es una reproducción perfecta del original impreso en vinilo de mucha mayor calidad. Los sellos argentinos que tienen actualmente los derechos de álbumes como éste no parecen interesarse por el posible mercado internacional. Los discos de Almendra distribuidos por sellos informales de fans y coleccionistas llegan a disquerías independientes (donde están los posibles fans) que la discográfica de la Argentina desconoce o ignora. “Los sellos grandes no van a mandar una caja de 20 CDs, pero los independientes sí”, comenta el dueño de Twisted Village. “Yo les recomendaría a los sellos multinacionales de la Argentina que licencien elmaterial a sellos chicos que trabajen con disquerías independientes si quieren difundir esta música en el exterior.” Esta estrategia ya se probó con cierto éxito hace pocos años con una compilación de Los Shakers editada en Europa por el sello Big Beat. Pero el caso de Almendra, pirateado constantemente en Alemania, por ejemplo, aparentemente sin que los músicos vean un centavo mientras copias legítimas de los CDs se saldan en disquerías porteñas, es un típico ejemplo del mal manejo del catálogo del rock argentino.
Para Charly García, el dios Poseidón “rescató a Litto Nebbia/ cuando se fue a naufragar/ devolvió la balsa a Tango/ inventó el rock nacional”. Si se le pregunta a Wayne Rajarais cuál es su
Top 5 del rock argentino, contesta sin parpadear (y en ningún orden particular): Tontos de Billy Bond y la Pesada, el doble de Almendra, el segundo y el tercero de Los Shakers, Walking Up de Los Walkers, y el segundo solista de Nebbia. Son seis, pero se lo dejamos porque ya aclaró que Shakers for you, el segundo de la banda, es su disco favorito de todos los tiempos, “unas pulgadas por encima de Revolver de los Beatles”.
Cuando uno sale del pequeño sótano cerca de Harvard se puede ver al otro lado de la calle el luminoso café donde se suelen sentar a tomar un cortadito con edulcorante ex ministros de Economía argentinos que vienen a dar cátedra. Desde el café casi se escucha a Billy Bond terminando su tema en octubre de 1972: “¡TONTOS que ensucian la sangre a otros! ¡TONTOS que chupan la sangre a otros! ¡TONTOS que tienen la sangre de todos los TONTOS!”.